miércoles, enero 28, 2009

Un pedazo de "Rayuela" de sol

No estábamos enamorados. Hacíamos el amor con un virtuosismo desapegado y crítico, pero después caíamos en silencios terribles y la espuma de los vasos de cerveza se iba poniendo como estopa, se entibiaba y contraía mientras nos mirábamos y sentíamos que eso era el tiempo. La Maga acababa por levantarse y daba inútiles vueltas por la pieza. Más de una vez lavi admirar su cuerpo en el espejo, tomarse los senos con las manos como dos estatuillas sirias y pasarse los ojos por la piel en una lenta caricia. Nunca pude resistir el deseo de llamarla a mi lado, sentirla caer poco a poco sobre mí, desdoblarse otra vez después de haber estado tan sola y tan enamorada frente a la eternidad de su cuerpo.
J. Cortázar.

miércoles, enero 21, 2009

Soñar

Hay algo de precario en la forma en que me toca, algo de nómada. Sus dedos huidizos que van del puedo al quiero sin poder. Su mente lejana.

Hay algo de secreto en su sonrisa blanca, en sus ojos suaves, en su mirada larga, fija en mi nuca, a través de mi boca. Labios llenos de sed, de hambre, de palabras pequeñitas. Todas muy ligeras, todas si mucha importancia. Pero no banales. Porque las verdades nunca son banales.

Hay telarañas que crecen sobre mis hombros, entre nuestros ombligos, atrapándonos, dejando pasar lo siniestro de los relojes, lo mezquino d elas agujas inquietas.

Y amanece en el pasillo y en la farola pegada a mi ventana. El despertador grita un número que se parece a un 7 o a un 8. Qué sueño tengo aun y no huele a café. Y yo quiero dormirme hasta que salga el sol para que esté en mi cama por la mañana.

Llueve en Compostela

Llueve, y todo se tiñe de un color mágico y brillante. Y Santiago se vuelve uncuento de hadas y de brujas. Me encanta que llueva. Que llueva y mojarme. He ido a comprar (por comprar, por puro antojo de pimientos del piquillo) y me he quetado los calcetines. he caminado como si fuese la dueña de la ciudad. Sinparaguas. Sin el cobijo de los soportales. Y he metido los zapatitos nuevos en un charco, y en otro, y en otro... hasta que se han quedado pequeñitos y fríos. Los bazos de mis pantalones se han enchoupado, ahora tienen un halo azul oscuro y muy fresquito que me hace cosquillas en los tobillos desnudos. Y el abrigo de paño negro ha coronado mis pechos con pequeñísimas gotas, joyas brillántísimas que desparecían conel mínimo roce. A quien le importa si se moja el pelo... la ciudad cruje en las goteras y resuena en el eco que produce la soledad de las calles. Revivo y crezco, como una flor que ha sido regada.

viernes, enero 16, 2009

Felicidades

La edad no la recuerdo. Recuerdo muchas cosas de entonces, pero no la edad. Recuerdo la galería en el edificio (casi rascacielos para estos lares) y el olor a mar de mi padre, al llevarme o recogerme en el Talbot gris. Y recuerdo también el interior de la guardería. La dulzura de aquella profesora que sabía dibujar casas y árboles y soles con pelos para que tú coloreases por dentro de las líneas. Y la muñeca azul.
Es cierto, yo se la quité.. pero ella me pegó. La profesora lo vio y la castigó. Y entonces yo me reí de ella y mi porción de castigo llegó también a su debido tiempo. Y así empezó todo. Tan enemigas... y tan amigas. En aquel banco en el que te sentías como una delicuente, echándonos la culpa la una a la otra, sabiendo que teníamos más razón que la oponente.
Luego llegaron las risas, los miedos y los secretos compartidos. El día S, Mecano, Iván y Sergio, las acampadas en mi jardín, el club de brujas y los intentos de cocina. Las barbies, Lucas el de Sequest, los graffitis de cumpleaños, la mesa de cristal que destruí, las primeras discotecas, las camisetas de la fiesta del agua.
Pero éramos dos mujeres de ideas claras: tú querías ser militar y yo quería ser forense. Tu siempre creíste y yo uí del rebaño de Dios como pude.
Ahora yo encamino todos mis esfuerzos al bisturí y ella cruza el mediterráneo como si fuera su casa. Los sueños cambian, pero no tanto. Todo se parece mucho a lo que siempre quisimos...
Por eso al decírmelo la felicidad me llegó como mía. Marta se casa. Como si no hiciese tanto que vestíamos Barbies de blanco, como no hubiera pasado tanto tiempo desde que hablábamos de lo horrible que debía ser un beso con lengua.
Te casas, Marta, enamorada y con locura, pero sin dudas, como lo haces todo, como fuiste a las fuerzas armadas, sin aceptar un pero, sin mirar atrás.. Tres meses y medio de amor te han bastado... y sé que es cierto. Algunas no se andan con chiquitas.

jueves, enero 01, 2009

De princesas y tacones o La noche de findaño.

La media de edad ayer noche en los garitos que normalmente frecuento, era notablemente más alta. Esto puede deberse, bien a que los puretas se obliguena rejuvenecerse en nochebuena o bien a que los atuendos de algunas princesitas, en su afán por "abraiar" caigan en la "adulted" o como se dice en mi casa, parezcan un poco reviejas. Lo qu eno faltaba era negro y blanco a discrección, mucha elegancia y mucho tacón. Pero tacón sólo hasta cierta hora de la noche, pongamos 4 horas después de avandonar el hogar. Ya que posteriormente, un poco más tarde de las 6 y media de la mañana, ya no había zapatos de tacón sino pies descalzos, caras de displecer, caballeros andantes sosteniendo señoritas y dolor, mucho dolor. Y recuerdo que en nuestra embriaguez Silvia y yo gritamos a aquellas mujeres abnegadas en su silente sacrificidio lo que era obvio en sus expresiones: cómo duele! eh? Y recuerdo también el odio en sus miradas. Pero la culpa no era nuestra (bueno tal vez literalmente sí un poco y de nuestra amiga estrella galicia) sino suya, y, en última instancia, de la sociedad.
¿Por qué las mujeres usamos tacones? Lo reconozco, yo algunas veces los uso, y muchas de estas veces superan mis posibilidades como portadora de tal calzado. Y aunque no las superen, el tiempo de utilización o la lluvia no suelen ayudar a mi pericia como portadora. Y es cierto que se obtiene una especie de placer al mirarse al espejo y descubrirse 5 o 10 centímetros más alta. Con las piernas largas y esbeltas. Porque eso es lo que llama en un buena mujer, especialmente cuanto más experimentado es el macho en cuestión. Et voilá, el martirio machista.. Pero lo cierto es que "ellos" no son personas agenas, son nuestras parejas (o aspirantes a) y queremos verlos contentos y que nos aprecien. Aunque ello quiera decir andar de puntillas. Supongo que será una cuestión de edad y de búsqueda terminada, del aprecio más allá de lo corporal. Aun así, a veces, con nostalgia, cuando queremos recordar cómo era ser hermosas, nos pondremos tacones. Y entonces no será para ellos, sin no que será para nosotras mismas.
Y mientras, para eso están las tiritas.